Violencia por omisión

Son múltiples los actos de violencia que ocurren constantemente a nuestro alrededor. Algunos los vemos, otros no. Pero sabemos que están ahí. Se ha estudiado que cuantas más malas noticias recibe una persona, más disminuye su capacidad para articular una respuesta empática. Nuestras mentes pueden saltar de una noticia terrible a un vídeo de un gato adorable en un abrir y cerrar de ojos. Es un mecanismo de defensa que permite la supervivencia psicológica: nuestra realidad es compleja y abrumadora, pero debemos seguir avanzando.

La violencia está siempre presente en Barcelona: desde los delitos de odio, los suicidios diarios y el abuso doméstico hasta las desigualdades diseñadas en el mismo tejido de nuestra sociedad.

Cuando sumamos estas cifras, la imagen que aparece es realmente espantosa, y por eso es comprensible que resulte muy fácil mirar hacia otro lado. Pero aunque no lo veamos, hoy en Barcelona 18 de nuestros vecinos serán desahuciados de sus casas, lo que significa que a finales de mes habrá 540 personas sin hogar.

La llamada fatiga por compasión se conoce clínicamente desde 1992 y en un principio su afectación se limitaba únicamente al personal sanitario que convive a diario con situaciones física y emocionalmente traumáticas, lo que les hace agotar su depósito de empatía. Sin embargo, como signo de los tiempos en que vivimos, esta fatiga por compasión, este síndrome de falta de empatía, se ha extendido al conjunto de la sociedad.

Negligencia selectiva: principio empresarial que, de forma consciente, nos permite desatender deliberadamente las distracciones que nos llevan a la ineficiencia, a los sentimientos de derrota y a los intentos de manipulación. Filtra las cosas que podemos permitirnos el lujo de ignorar. El término es «negligencia» porque somos conscientes de la presencia de estas cosas. Sabemos que existen. Simplemente elegimos no alimentarlas con una atención inmerecida.