Hacia una definición visual y colectiva de la violencia

Definir la violencia no es una tarea sencilla. Es un término que a menudo cambia de significado en función de una gran cantidad de variables. Cuando queremos enfrentarnos a la violencia, debemos tener en cuenta que históricamente ha sido definida por unos pocos, a menudo con sus propios intereses en mente.

Judith Butler ve a los estados y las instituciones como un claro ejemplo de ello, ya que son capaces de condenar actos de protesta como manifestaciones, boicots y huelgas por «violentos» sin la presencia de conflictos físicos.

Que una manifestación pacífica en defensa de la libertad de expresión sea clasificada como «violenta» solo puede deberse al hecho de que el poder que está cambiando el nombre de esta realidad pretende asegurar su propio monopolio de la violencia difamando a las personas. Butler afirma que cuando la perspectiva de lo violento cambia en beneficio de un estado, se justifica el uso de la policía, el ejército o las fuerzas de seguridad contra quienes buscan defender la libertad.

Una democracia no puede existir si sus miembros no son libres de pensar críticamente y cuestionar todos los aspectos de su vida diaria. Mediante la visualización de la violencia, podemos dejar de lado los tecnicismos semánticos y desarrollar una imagen colectiva y compartida de ella.

La mayoría de las definiciones de violencia sugieren que es un acto que necesariamente implica una acción física directa que cause daño o destrucción.

El filósofo Ted Honderich define la violencia como «un uso de la fuerza física que hiere, daña, viola o destruye a personas o cosas». El teórico político John Keane describe un acto de violencia en términos de «la interferencia física no deseada por parte de grupos o individuos con los cuerpos de otros, que en consecuencia sufren una serie de efectos que pueden incluir desde conmociones, contusiones, rasguños, inflamación o dolor de cabeza hasta fracturas de huesos, infartos, pérdida de algún miembro o incluso la muerte». El teórico político Norman Geras sugiere que la violencia puede definirse simplemente como «el ejercicio de la fuerza física para matar o infligir daño o dolor directo a los seres humanos».

Las definiciones anteriores reflejan la comprensión fundamental de la mayoría de las personas sobre qué es un acto violento, pero hay muchos casos que no pueden explicar.

El sociólogo Johan Galtung aborda la violencia desde un ángulo diferente: utilizando la metáfora de un iceberg, en el que la punta representa la violencia visible y directa, mientras que la mayor parte se encuentra en un espacio oculto que él llama «espectro invisible».

«Existe una vieja historia sobre un trabajador sospechoso de robar: todas las noches, cuando sale de la fábrica, los guardias inspeccionan minuciosamente la carretilla que empuja, pero no encuentran nada. Siempre está vacía. Finalmente, se descubre el pastel: lo que el trabajador está robando son las carretillas...

Si hay una tesis que englobe el abanico de reflexiones sobre la violencia que se muestran a continuación, es que se puede aplicar una paradoja similar a la violencia. Las primeras señales evidentes de violencia que nos vienen a la mente son actos de crimen y terror, disturbios civiles y conflictos internacionales. Pero debemos aprender a dar un paso atrás, a distanciarnos del fascinante señuelo de esta violencia subjetiva directamente visible, la violencia ejercida por un agente claramente identificable. Debemos percibir los contornos del trasfondo que genera tales estallidos.

Dar un paso atrás nos permite identificar una violencia que sustenta nuestros propios esfuerzos para combatirla y promover la tolerancia».

Slavoj Žižek